Tengo derecho a sangrar por mis heridas,
a curarlas dentro de un vaso de whisky,
a escaparme al filo de la medianoche,
para revalidar mis momentos perdidos.
Tengo derecho a escucharte cada tanto,
cuando realmente me necesites,
y darte un buen consejo desde el corazón,
para que puedas desecharlo en una esquina.
Tengo derecho a permanecer callado,
cuando estoy tomando mi café matinal,
para ahogarme en mis pensamientos,
mientras su perfume me va invadiendo.
Tengo derecho a putear a la luna,
cada vez que no me acompaña,
a compartir conmigo un cigarrillo,
cuando me lleno de nostalgias.
Y tengo derecho a dejar miles de huellas,
las que marcaron mis grandes aciertos,
las que delinearon mis irreparables errores,
y las que borré cuando quedé sin amores.
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