Las postales de un idilio,
envueltos en un enigma,
de un Cyrano furtivo,
que puso música a sus versos,
como una rapsodia,
sobre tejados inseguros,
y la doncella, en paraísos sexuales,
cubiertos de rojas manzanas,
donde serpientes atentas,
se las entregan en mano,
para que no pierda el placer,
en su juventud efímera.
Con tanta carne encendida,
quién podría enamorarse de su alma?
Pero los inviernos se hicieron ríos,
con salvajes recorridos,
las caricias al aire se marchitaron,
el tejado cambió de color,
y en su platónico amorío,
para el próximo amanecer,
habrá improvisado tantas palabras,
desplegadas al amor eterno,
en ventanas equivocadas,
que el furtivo Cyrano, tristemente,
tomará algunas manzanas,
que no tendrá con quién compartir.
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