lunes, 25 de abril de 2022

EL FLACO PIRRI Y UN ENCUENTRO CERCANO DEL TERCER GUASO

Aún distanciado de Brenda (mi amor inflable made in Taiwan) por culpa de mi intensidad amatoria (parece que la desinflaba y no la dejaba ser ella en ella misma. ¿?, subí al techo con una silla, un fernet 70/30, prendí un Parisiennes y me senté a masticar su ausencia en silencio, sin lágrimas, pero con un nudo en el corazón, mirando al cielo como pidiéndole clemencia o el paso de una estrella fugaz para que me concediera el deseo de volver con ella aún sabiendo que Brenda es inflexible en sus decisiones (lo único inflexible que tiene, porque corporalmente es muy flexible). Sin más que yo y la lontananza del azul profundo de la noche, la luna en cuarto creciente y las estrellas trémulas mirándome desde la inmensidad (que hijo de puta, que pedazo de imagen tan poética me mandé de prólogo, disfrútenla. Sigo). En definitiva, estaba más solo que la mierda y hecho bosta. En catarsis con el universo y a punto de prender mi sexto cigarrillo y degustar mi segundo fernet, lo que comenzó como una sensación de inestabilidad emocional, se transformó en un temblequeo importante bajo mis pies. Terremoto, pensé. Mientras evaluaba las vías de escape para ponerme a salvo de la eventual catástrofe, se detuvo.
Al instante, un haz de luz se presentó frente a mí, y en él, se materializó un ser semejante a mí, pero un poquito más bajo, gordito, cabezón, pelado, con los deditos largos, un trajecito espacial muy cheto, pero sin mi tremendo sex apple. Se apagó el reflector y la nave de la que provenía salió como un misil rumbo al espacio exterior.
El hombrecito la vio partir con sus ojitos de bola de billar llenos de lágrimas, la señaló con su dedito iluminado en la punta y me dijo: “ET phone home”. Naaaa, joda. Lo cierto es que traía una bolsa con salames de la colonia Alfa Centauri del tercer cuadrante al sur de la Vía Láctea y unos panes caseros que había hecho una tía de él con la clara intensión de demostrar a los terrícolas de que venía en son de paz; así que busqué otro vaso, le preparé un fernet 50/50 (allá la gravedad es distinta) y pegamos una linda charla contándonos de nuestros fracasos en el terreno del amor... y en todos los otros terrenos, éramos dos 4x4 echando mocos. Al rato del parloteo me di cuenta de que hablábamos el mismo idioma, curiosidad que no dejé pasar por alto y le pregunté como era la cosa.
-Caramba, te iba a preguntar lo mismo. Pensaba que la evolución de ustedes era mucho más avanzada que la nuestra -Contestó-. Casualidades, mejor no profundicemos en la boludéz del cómo es qué es; tenemos tantas otras cosas que contarnos.
-¿Por ejemplo? -Le pregunté-.
Después de casi media hora de silencio entre ambos, le ofrecí una Andes IPA helada para despejar un poco la mente y amenizar la velada.
-Fuí seleccionada por la plana mayor de mi planeta para intentar contactarme con ustedes, a fin de ponernos de acuerdo para organizar un concurso de belleza intergaláctico cuyo ganador tomará posesión del planeta perdedor para oprimir y humillar a sus habitantes -Me dijo sin que se le moviera una pestaña (a decir verdad, no tenía pestañas)-.
-Tas en pedo, pedazo de gnoma. ¿Quién te crees que sos, grasuna? -Le dije indignado-.
-Al ser yo la reina de la belleza de allá, tengo la autoridad suficiente para ser la portadora de la propuesta. -Me respondió. Con un tonito autoritario bastante indignante-.
-O sea que vos sos una reina de belleza -Dije, cagándome de risa- Sos horrible, Hasta la Gorda Matozas te pasa el trapo.
Después de mis palabras, me ganó el remordimiento al ver sus lagrimitas cruzando sus mejillas. Al margen de todo, no dejaba de ser una señorita y yo debía respetarla como tal.
-Perdoname pendeja, no fue mi intención hacerte una víctima innecesaria de violencia de género intergaláctica. Yo no soy así, posta; generalmente la víctima soy yo. -Le expliqué conmovido-. De cualquier manera y para evitar cualquier tipo de malos entendidos, te paso un número para que denuncies mi accionar y vengan a verificarlo, para que te den la tranquilidad necesaria con respecto a mí.
-Ok -Me dijo, y la muy guacha, llamó-.
Con los nervios, le dí por equivocación el número de teléfono del “Cholo”, mi amigo taxidermista, sordomudo, que tampoco sabe el lenguaje de señas ni leer los labios, básicamente, porque le importa un carajo lo que dice la gente. Así que la atendió el “Chucuno”, secretario del “Cholo”, gangoso.
Hasta que la extraterrestre logró entender los detalles de la comunicación pasaron largos minutos, que fueron subsanados por la celeridad en que llegaron a casa los susodichos (viven al lado, eran mis vecinos).
Mientras los presentaba, el “Cholo” le hizo un guiño de ojo al “Chucuno”, y éste, le metió un jeringazo anestésico en el cogote de Delta32 (tal era el nombre de ella), que cayó desplomada en mis brazos al instante.
-¿Qué hacen? Están de la tutuca. -Les pregunté-.
-Grelajgate, Pigrri. Pegnsá en el mogntógn de guigta que le vamos a sacar al Ágrea 51 por este bicho embalgamadgdo. -Me dijo el “Chucuno”, mientras el “Cholo” asentía con la cabeza-.
-¿Y las replesalias extraterrestres? ¿La guerra de los mundos que vamos a provocar? -Dije totalmente sacado-.
-Una vegz que tegngamos la plagta depogsitagda y ellos el aliegn eng sugs vitrignas, que se hagga cagrgo Ironman, que es ung capo pagra esgtas cogsas. -Me dijo “Chucuno” muy suelto de cuerpo-.
Bueno, resumiendo, la negociación avanzaba hasta que los de Groom Lake, Homey Airport (el destacamento remoto de la Base de la Fuerza Aérea de Nellis en el sur del estado de Nevada -Área 51 para los íntimos-, vieron el bicho embalsamado se llevaron tremenda desilusión, no así al verlos al “Chucuno” y el “Cholo” que por algunos razgos no comunes que ellos presentaban (“Chucuno” tenía 12 testículos y escamas, y el “Cholo” no hablaba por la boca ni escuchaba por sus oídos, sino que lo hacía desde el culo y desde sus axilas auditivas). Tuve que vendérselos a los milicos yankis para que los estudiaran a fondo. Aparentemente en las autopsias de cada uno prácticamente no sintieron dolor alguno, cosa que me dejó más tranquilo, eran buenos vecinos.
Delta32 queda muy bien como adorno sobre la mesita del living, y con respecto a la invasión extraterrestre, nada. Parece ser que la alienígena en cuestión era la pata ‘e lana del comandante de la flota interestelar de su planeta y la mujer de éste la mandó con engaños a esta misión fantasma para sacársela de encima. Nadie preguntó ni supo más de ella, ni tampoco a nadie le importó.
Con la guita que me gané, le mandé un desayuno sorpresa a Brenda para hacer sana sana y ver si la ablando un poco para que nos reconciliemos.

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