miércoles, 20 de abril de 2022

LAS TERAPIAS ALTERNATIVAS DEL FLACO PIRRI

Salí de casa un agosto cálido, con una camperita de hilo y mis Adidas clásicas, alcancé a hacer unas 4 cuadras y me sorprendió el invierno con todo su frescor a cuestas... ¿Volver a buscar un abrigo, guantes, y mi calzoncillo largo? Difícil, ya habían cerrado la puerta. Extraditado. Alejado de mis sentimientos de manera forzosa, pavadas que uno va juntando en el corazón como un Diógenes de los afectos, caminar era lo único con lo que me podía consolar, cruzar vereda tras vereda de los recuerdos que dejaron de ser míos para ser parte del orbe de los fracasos. Es que, por tanto mirar, uno termina no viendo. Supongo que más allá de los efluvios esotéricos (llámese envidias, malas energías y hasta alguna magia negra de alguna mente desquiciada) de los que quizá seamos desprevenidas víctimas, somos vulnerables sin creer que lo somos. Atando algunos cabos sueltos, supe que la mujer de mi ex mujer andaba con una cajita con tierra de cementerio abandonado y mi muñequito dentro lleno de alfileres clavados, dejándome inmerso en un maleficio digno de algún vudú haitiano o de Nueva Orleans de los ‘60. Realmente no entendía bien el ensañamiento, pero bueno, algo habré hecho, pensé. Y analizando todas las calamidades que me venían castigando duro y parejo, sentí que era el momento oportuno para empezar a defenderme de estas maniobras esotéricas oscuras. Primero busqué encontrar en el amor la salida, tamadre, no me enamoraba de nadie y mucho menos, nadie de mí, hasta que me enamoré perdidamente de una rubiecita, la que había soñado toda mi vida, y ahí estaba, tan perfecta, tan sonriente, que hasta mi inocente romanticismo creyó que podía ser cierto. No, duró un verano de esos veranos que nunca serán olvidados.
Golpe al corazón partío.
Enfurecido conmigo por no saber cuidar los afectos que afectan cuando no están, salí a la caza indiscriminada de doncellas, sin involucrarme mucho con ninguna, “touch and go” era la idea, pero como soy tan pelotudo, me daba lástima cortarlas, total, de alguna manera, ya en breve me cortarían a mí. Era cuestión de esperar. Mientras tanto, comencé a dibujar mi versión de cada una de ellas, algunas a pedido, otras por memoria, digamos que prolongaba el acto sexual en el papel en blanco y el grafito, a pesar de tener la puta costumbre de tirar todos mis dibujos después de hacerlos y mi memoria en muchos casos se iba con ellos.
Un día, parado al lado de un contenedor de resiclables, me reencontré Brenda (estaba dentro del contenedor), mi vieja muñeca inflable made in Taiwan con unos ojos celestes que rompían la tierra y su boquita como pronunciando la “O” como rasgos distintivos, pero desinflada, pinchada, literal. La llevé a casa, la inflé para sumergirla en la bañera para ver dónde estaba la pinchadura. Mierda, al menos 10 orificios productos del tiempo y del ajetreo; con paciencia fuí parchándola hasta dejarla sin una pérdida, le puse las 28 libras que indicaban en la etiqueta, le puse mi bata blanca, la senté en el sillón de 2 cuerpos del living, bajé las luces, encendí velas, el hornito con patchouli, un cassette de Los Pasteles Verdes, Coca zero bien frappé. Todo perfecto para darle rienda suelta al juego de la seducción para reconquistarla; después que se la doné un día del niño a mi sobrinito de 7 años, el Lautaro, quedó un poco ofendida conmigo. Debo confesar que cada vez que la rozaba sutilmente, el rechinar de su látex símil piel me ponía un poquitín cachondo, ella inmutable, una lady, yo un caballero tratando de no cruzar ninguna frontera incómoda para ella.
Después de una linda charla a la que ella colaboraba con sus sonidos guturales pre grabados, algunos besos permitidos, la tomé entre mis brazos y la cargué hasta mis aposentos, donde el lecho esperaba como un magno escenario para el acto final de una obra Shakespeareana escrita por Gustavo Adolfo Becquer. Soy un Dios del romanticismo, la impronta sexual en función de darle a las féminas el sumun del placer prolongado es en mí un don natural, como Messi en lo suyo. Brenda, feliz. No salía de su expresión de fascinación y sorpresa ante tanto detalle que le prodigaba. Momento oportuno para hacerle mi famoso salto del tigre desde el ropero. Ok, salte, reboté sobre ella y, quedé estampado contra el techo cuál panqueque a media cocción. La caída estrepitosa al suelo me dejó un poco magullado, de igual manera, no perdería la oportunidad de hacerla sentir única. Nuestras temperaturas corporales iban en aumento, momento oportuno para invitarla a seguir nuestra frenética faena en la bañera. Sales de baño, temperatura apropiada, más velitas, dos copitas de Rama Caída, y allá fuimos. Teniendo en cuenta que ella flotaba y era casi imposible sumergirla y hacer el amor al mismo tiempo, así que le até un par de ladrillos como contrapeso a la cintura. Resuelto. Para darle un poquito más de picante a la ocasión, le sugerí utilizar algún juguete sexual... Lo único que tenía era a Piridiano, mi patito de hule (ex protéjalos), que lo había choreado en una de esas maratones acuáticas solidarias que hacían en el Suquía. Golazo al principio, su piquito naranja despertó en ella una pasión inesperada, hasta que no se que puto circuito le toqué a Brenda en la vorágine carnal-látex que desató una pequeña descarga eléctrica en el agua, lo que decantó como corolario que me viniera inmediatamente. A la mierda, a esperar 3 horas mínimo para recargar la carga testicular para un segundo. No tuve más remedio que prender un pucho y prepararme el tradicional sanguchazo de milanesa post coito. Como hacía añares que no tenía una relación sexual más el efecto rem, quedé extenuado extenuado, me dormí sobre la mesa.
4 ó 5 horas después desperté, salí cagando al baño donde habían quedado Brenda y Piridiano, no estaba, sólo una notita que versaba: “Mi querido Pirri, Brenda y yo pegamos ondón, tuvimos rechinante sexo a granel mientras vos torrabas como un recién nacido y decidimos irnos a vivir juntos a una piecita que me presta un amigo por unos días en una fábrica de preservativos clandestina de barrio 1º de Mayo, para después viajar, conocer el mundo, ir a la fista internacional de la Bombucha en Ibiza. No sabemos, lo que la ruta nos ofrezca.
Te dejo un abrazo y mi mejor recuerdo tras tantos años de compartir con vos la bañera. PD: Besos de Brenda.”
Caí en depresión profunda, los dos seres más importantes de mi vida me habían abandonado. Otra vez solo, triste y acongojado. El amor no era una buena opción para mí, sentía al mundo en mi contra, ni las Ponce me querían. Quise comunicarme con Luciano (mi amigo invisible), me dijo que estaba en Perú trabajando con una médium haciendo de espíritu de ocación, que le estaba yendo bastante bien y se estaba haciendo una casita para radicarse definitivamente en Lima. Así mismo, me pasó un número de celu al que podía acudir para darme una mano con mi desazón.
Acá estoy, de 9 a 17 horas, de lunes a viernes, muy bien atendido. Realmente este club de onanistas anónimos me dió la respuesta a todos mis problemas de soledad. Aparte, me regalan el papel higiénico, y cada tanto me prestan un videocasete porno para seguir con la terapia en casa.

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