Si te dijera,
que sos quién siempre soñé,
te mentiría, me mentiría,
porque sos el silencio,
en el momento justo,
la palabra que no está de más,
la alborada entre las fresias,
el camino siempre de regreso,
los garabatos sin sentido,
que dibujo al margen de las hojas,
cuando los pensamientos,
solamente hablan de vos.
Sos ese fantástico cuento,
que leo y releo cada noche,
sin dejarme pegar un ojo,
porque se me hace imposible abandonar.
Sos la imagen del camafeo,
pendiente de mi corazón,
esa película mientras te abrazo,
sin importar que cuentes el final,
el desayuno a cara lavada,
la cena sin antifaz.
Sos tu boca al filo de la mía,
tu mano coincidiendo en mi rodilla,
aquella misteriosa armonía,
que reina en la soledad de los cuerpos.
Si te dijera,
que sos la mujer que siempre soñé,
nos estaría mintiendo,
porque mis más quiméricos sueños,
nunca llegaron tan lejos.
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