El día ya era un pedacito luz,
que hacia el oeste galopaba,
dejando atrás los suspiros,
de los que buscan milagros,
donde los soñadores,
ponen a dormir a sus hadas.
Mañana volverán las tristezas,
envueltas en rojo celofán,
en el Danubio azul sereno,
que los elfos interpretan,
cada vez que el reloj,
dá una vuelta para atrás.
Más, después del mediodía,
volverán a esperar como ayer,
reencontrarse con sus rostros,
rozarse con timidez,
y en un silencio de gloria,
verán sus amores renacer.
Como en un cuento absurdo,
el atardecer entonará recuerdos,
de ciudades hoy marchitas,
que alguna vez en sus calles,
vieron pasar con gracia,
nómades actores callejeros.
El perfume de las esquinas,
se teñirá de voces fugaces,
confundiéndose al azar,
desperdiciando palabras,
hartas de vagar sin rumbo,
presas de su juego interminable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario