Se preguntó que tan difícil sería,
y sin perder un solo segundo,
corrió sin miedo a su encuentro,
para amarla a tiempo completo;
ella le abrió la puerta a sus espacios,
lo invitó al recreo de su sonrisa,
a soñarla entre sus sábanas,
y a la rutina sana de sus mañanas.
Se preguntó que tan difícil sería,
beber de su boca sus ausencias,
sin caer inocente en la trampa,
de tapar sus soledades aladas;
y por dibujar despacio en sus labios,
el retoño de una historia perfecta,
nunca entendió que él sólo sería,
un párrafo perdido en el libro de su vida.
Se preguntó que tan difícil sería,
olvidarla como ella lo había olvidado,
poco antes que el gallo asome con su canto,
en el ocaso marginal de un frío verano;
y en su corazón se callaron las voces,
que alguna vez le hablaron al oído,
sobre el amor que en su piel de cobre ardía,
esperando, sin preguntarse como sería.
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