Vivía el amor como una consigna,
que día a día caducaba,
un legado sin reglas,
sin nombres, sin apellidos,
un silencio infinito,
de las noches sin estrellas.
A veces compartía un café,
a veces, un cigarro sin terminar.
Era su vida un espacio,
que habitaba sin miedos,
la muerte, un regalo,
que esperaría paciente,
pero no podía, definitivamente,
darle forma al amor.
A veces caminaba descalzo,
a veces, sólo cantaba.
Quiso un verano fugaz,
hacerlo parte de él,
mezclarlo entre sus mañanas,
esconderlo en sus atardeceres,
y llenar con su sangre,
las fuentes de los mediodías.
A veces merendaba recuerdos,
a veces, apenas soledades.
viernes, 14 de enero de 2022
A VECES EN ENERO
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