Despertaba sin saber,
de qué lado despertaba,
si donde nacía el sol,
o donde lo esperaba la luna,
y en las miles de palabras,
que soltaba al viento,
buscaba el milagro,
de que alguien lo oyera.
Pasaba horas mirando,
carteles de dentífricos,
para enfrentarse cada tanto,
con alguien que le sonriera.
A veces la vida se le iba,
por la frontera del desamor,
así como alguna vez entró,
creyendo haber encontrado,
el preciso espacio,
para guardar sus historias;
ni tan suelto ni tan loco,
apenitas un destello,
que la noche dejó caer,
en su tacita de café,
poco antes de algún beso,
poco después de un adiós.
Se fue en las alas de marzo,
con su atillo de silencios,
remontando recuerdos,
que improvisaba tras sus pasos,
y encerrado en una lágrima,
dejó que su corazón cansado,
se mezclara entre las gotas,
de la lluvia que lo acompañó.
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