La vieja casona,
guarda secretos a voces,
desde la madera tallada,
de su puerta de ingreso,
hasta la glorieta en ruinas,
que habita en su patio.
Sus baldosas todavía,
siguen sintiendo los pasos,
de los leales clientes,
que antes las circulaban,
y si te acercas un poco,
sentirás en sus paredes,
como escapan los susurros,
de aquellas que en su piel portaban,
el elixir de los afortunados.
Aún se huele el sexual perfume,
que atraía a la noche,
y compartía en cada encuentro,
con las blancas sábanas de seda.
Aún bajan del techo las risas,
y los perfectos orgasmos,
empapados de un dulce sudor,
que las damiselas fingían.
La vieja casona,
respira su ardiente intimidad,
su música sigue tocando,
desde el destruído piano de cola,
y aunque hace décadas,
que parece abandonada,
sus puertas se vuelve a abrir,
al alma de algún caballero,
que va en busca de compañía.
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