Como quien despierta,
de un viaje sin tiempo,
en su boca se secaban,
las palabras precisas;
nada tan claro,
todo tan oscuro.
No encontraba su sitio,
ni en la virginidad del otoño,
y quizá un prestado amor,
repararía sus huesos,
o quizá el frío rocío,
limpiaría sus culpas.
Lo cierto es que su universo,
tenía fecha de vencimiento,
y que noche tras noche,
lo que sobraba, era soledad.
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