Nunca confíes en un ángel,
que cayó del cielo,
y sin perder tiempo,
te diga te quiero,
ni dejes que te mire a los ojos,
como si pudiera ver tu alma.
No dejes que te acarie,
ni ponga tu mano en su pecho,
haciéndote creer que su corazón,
por tí sigue latiendo,
que su blanca piel,
sólo por tu piel se estremece.
No te dejes confundir,
por su cabello dorado,
ni por su dulce sonrisa,
ni por el destello de sus alas.
Piensa apenas un instante,
un ángel caído,
busca llegar a su lugar,
y segurame, tu nó eres el cielo.
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