Daniela tenía una casa,
con siete puertas de entrada,
y por cada día,
salía a la calle por una distinta,
lo particular radicaba,
que lo hacía cambiando su nombre,
variando a si misma,
hasta su forma de vestir y actuar.
Dorotea los lunes,
Adriana los martes,
Natalia los miércoles,
Isabela los jueves,
Eugenia los viernes,
Luciana los sábados,
Antonia los domingos.
Pero Daniela siempre era Daniela,
siete puertas adentro de su casa.
Dorotea destacaba por su mal humor,
Adriana eternamente con sueño,
Natalia insegura y nerviosa,
Isabela inocentemente optimista,
Eugenia las más ansiosa,
Luciana un huracán imparable,
Antonia creativa y tranquila.
Lo cierto fué que el azar vida,
tomó de trofeo a Dorotea,
y nada volvió a ser igual para Daniela,
sobraba una puerta, faltaba un día,
y su equilibrio interior,
comenzó a perder estabilidad,
y en un momento de inspiración,
sello seis de las siete puertas,
para dedicarse a vivir su propia vida.
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