Arturo era un tipo promedio,
enamorado de las mujeres,
por instinto o por romántico,
sentía en su fuego interno,
que no había en esta tierra,
algo más bello que una mujer.
Así fue caminando la vida,
galante y agradecido,
de poder disfrutar día a día,
con la sensibilidad de un artista,
los rostros, siluetas y perfumes,
que ellas le prodigaban a su paso.
Quiso reunirlas a todas en una,
hasta que encontró la indicada,
con la compartió sus desayunos,
felices tenían tanto en común,
él, enamorado de las mujeres,
ella, silenciosamente, también.
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