viernes, 21 de diciembre de 2018

EL DRAGÓN Y MARIANELA


De los efectos secundarios a los daños colaterales,
y el recuerdo ingrato de escudarse más de una vez,
sin sentido, en el irracional sentido común,
o eternas introducciones a relatos minúsculos,
donde el cielo sólo es cielo, la brisa sólo brisa,
y los amores idealizan horizontes vacuos.
De encuentros y desencuentros de atardeceres,
en caminatas sobre la cornisa del silencio,
buscando un suspiro claro y sostenido,
que le ponga poesía a cajones en desuso,
llenos de fotos que algunas vez fueron vida,
hoy cubiertos de polvo apelmazado.
Érase una vez la luna latiendo en el río,
y su resplandor iluminando la orilla,
y mientras el invierno revelaba su magia,
Marianela susurraba al oído de un dragón,
todas las tribulaciones de su derrotero,
que lleven a su piel al borde de una caricia.

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