sábado, 1 de diciembre de 2018

AZUL MARINO

Había llegado al extremo,
donde poco le importaba todo,

y respirar era un duro trabajo,

al que no quería renunciar,

aunque por tantos remedios,

ya no tenía el remedio,

y sentía en sus entrañas,

que cada vez era más chica,

aquella porción de cielo,

que los mortales heredamos.

Solía juntar las palabras,

que la gente perdía en la calle,

y con paciencia infinita,

las unía cuidadosamente una a una,

hasta rearmar los fragmentos,

de algunas historias ajenas,

para revivirlas a medianoche,

tal como si fueran propias.

Una madrugada tormentosa,

llenó su bañera con agua tibia,

y volcó en ella las palabras,

que por alguna inexplicable razón,

no habían podido coincidir,

con ninguna otra palabra;

dejo su bata a un lado,

y se sumergió en su micro mar,

carente de olas y de horizonte,

del que desprendía un tímido vapor,

minutos después ante sus ojos,

las aguas comenzaron a danzar,

y en medio de un remolino,

una sirena emergió sonriente.

Cuentan que al pequeño hombre,

nadie más volvió a verlo,

caminar por las mañanas,

las calles buscando palabras,

al parecer a comenzado,

en el azul profundo,

junto a su blonda sirena.

a contar al fin su propia historia.

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