miércoles, 18 de julio de 2018

Espejito

Al final de la calle vivía,
en una humilde casita,
de revoque maltrecho,
ventanas descuadradas,
y techo muy bajo,
pero guardaba un gran tesoro.
Doña Carmina tenía un espejo,
plagado de misterios,
heredado de generaciones,
que tenía la particularidad,
de reflejar lo que cada uno,
de si mismo quería ver.
Largas filas de personas,
acudían a enfrentarlo,
el gobenador se veía rey,
el niño, astronauta,
la niña, piloto de carreras,
la anciana, joven y sexy,
el anciano, vital,
la mujer, poderosa,
el hombre, emprendedor,
y María,
sólo veía a María,
como era, sin adornos,
libre en su libertad,
cauta en sus deseos.
Quizá por ésto,
todos la despreciaban,
pero María sabía,
a diferencia de los demás,
que sólo se tenía a ella,
y no el reflejo de su vanidad,
cuando pudieron entenderlo,
María ya volaba,
con luz propia,
sin la necesidad de un espejo.

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