Me asomo a tu boca,
al carmín furioso que refleja,
a tu aliento que me empaña,
y no me deja verte.
Me asomo a tus ojos,
siempre verdes,
siempre esquivando,
los embates de mi mirada.
Me asomo a tus pies,
delgados y fríos,
que te llevan
al lugar opuesto de dónde estoy.
Me asomo a tus manos,
suaves como la seda,
a las que nunca pude,
tomar con las mías.
Me asomo a tu espalda,
carretera del cielo,
que por más que lo intente,
difícilmente pueda transitar.
Me asomo a tu ombligo,
volcán del deseo,
sabiendo que no podré,
dibujarle un beso.
Me asomo a tu sombra,
y ella en secreto,
me dice al oído.
que no deje de amarte.
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