Soñé un callejón vacío,
sin ventanas ni salida,
una luz que encandilaba,
a sus murallas raídas;
soñé soñarte,
y a mi sueño venías,
y de tus ojos de otoño,
haces de colores nacían,
como cascadas secretas,
a los muros daban vida,
como un cielo que esperaba,
reencontrarse con su día.
Luego a mi sueño llegaron,
pintores y bailarinas,
delirantes, comediantes,
y duendes de cocina,
y un poeta escribiendo versos,
de amoríos de oficina,
y la noche descansa,
en los brazos de una diva.
De pronto el silencio,
se abre en infinitas sonrisas,
recitan los caminantes,
odas de bienvenida,
y un loco con su saxo,
interpreta sinfonías,
y viejos niños del bosque,
hacen ronda en las esquinas.
Quién sabe si soñé,
o sueño todavía,
pues se mezclan mis ideas,
en mil cantatas distintas;
si de mis lunas cambiantes,
una detuvo mi partida,
la que encontré en tu cara,
la que me dió cabida,
la que de todos mis sueños,
es realidad sabida,
y en cada sueño que sueño,
me acompaña con tu risa.
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